jueves, 18 de agosto de 2011

El estallido social de Baradero

Pasadas las seis de la madrugada del domingo 21 de marzo de 2010, una camioneta de la Dirección de Inspección de la Municipalidad de Baradero y una moto con dos jóvenes circulaban por las calles de la ciudad. En las intersecciones de la calle Anchorena y Gallo, la camioneta y la moto colisionaron, provocando la caída violenta de los dos chicos: la mujer de 16 años que iba detrás falleció en el acto en la vereda, el hombre de la misma edad que manejaba fue trasladado con vida al nosocomio local, donde luego falleció.
Existen dos versiones acerca de lo sucedido; una es la que aportaron los agentes municipales y algunos testigos que sostiene que, mientras perseguían a una moto, se cruzó en su camino otra en la que iba una pareja de adolescentes. El choque fue inevitable, ambos tripulantes volaron por el aire y como resultado del accidente fallecieron los dos.
Supuestos testigos del hecho han declarado otra cosa: dicen que la camioneta venía en persecución de la moto y que, al llegar a la esquina mencionada la “encerró”: hubo un roce, un toque intencional que desequilibró al conductor del rodado más pequeño e hizo que chocara con el cordón de la vereda, lo que provocó la caída de los jóvenes con el lamentable resultado conocido.
Amigos de las víctimas agregan que la camioneta no detuvo su marcha sino que continuó hasta Emilio Genoud, dobló por esta, dio la vuelta de manzana y estacionó sobre Gallo a metros de Anchorena, en la esquina del accidente. Afirman que la maniobra fue para cambiar los hechos y aparecer como que la camioneta llegó al lugar luego del accidente y que no tuvo parte en él.
Lo cierto es que algunos vecinos, indignados por el hecho, comenzaron a pedir explicaciones a todos los funcionarios policiales presentes y reclamaron la presencia de autoridades de la Dirección de Inspección, quienes luego de dejar abandonada la camioneta, no volvieron a presentarse en el lugar, ni siquiera para ordenar el tránsito. Las versiones indican que los inspectores Oscar Micucci y Luciana Romero, se bajaron rápidamente y abandonaron el móvil y se alejaron del lugar a bordo de un auto, lo cual constituye de por sí un “abandono de persona”. Ante esta situación, muchos vecinos y transeúntes comenzaron a llegar al lugar y los ánimos fueron caldeándose. La furia de los reunidos en la esquina trágica entonces se desató y un grupo cada vez más numeroso la emprendió contra el vehículo municipal abandonado. Rompieron todos sus cristales, saltaron sobre el techo y luego sobre el capó para luego dar fuego a los asientos que rápidamente entraron en combustión, la que se generalizó peligrosamente.
Ocurrió entonces algo que se repetiría varias veces ese día: llegó la autobomba a sofocar el fuego y los manifestantes le impidieron el paso. Cuando ya la camioneta ardía en su totalidad se permitió que los bomberos actuaran, a instancias de algunos vecinos que temían por las consecuencias del fuego.
Tras esto comenzó a gestarse la intención de ir a pedirle explicaciones al propio intendente y los manifestantes se trasladaron hasta otras zonas de la ciudad. Ya a media mañana un nutrido grupo de personas se sumó a la protesta de los familiares y concurrió al edificio municipal a expresar su descontento. En pocos minutos, la multitud emprendió un violento ataque sobre las instalaciones de la Municipalidad. Primero mediante fuertes pedradas, luego iniciando incendios en varias de sus oficina, quemando enseres y mobiliario municipal. Al rato manifestantes colocaron cubiertas sobre la calle de la municipalidad y las prendieron fuego, impidiendo el paso de las autobombas. Al final de la jornada, el incendio del edificio era tan grande que debieron trabajar dos dotaciones de bomberos para apagarlo.
Además, aquellos que atacaron el edificio comunal pudieron ingresar al patio interno en el que habitualmente se encuentran estacionados los vehículos de los funcionarios municipales. Los dos vehículos que sufrieron las consecuencias de la furia desatada fueron principalmente una camioneta de inspección, que fue incendiada, y el auto particular del Director de Inspección General del municipio, Pablo Scarfoni. El rodado, un Peugeot 205 gris, fue atacado a golpes, provocando la destrucción de todos los cristales; luego sufrió abolladuras en el techo y otros sitios y, por último, el vehículo fue volcado. También un Fiat 147 blanco que se hallaba en el lugar sufrió la rotura de sus cristales.



Al tiempo que sucedía esto, un grupo de manifestantes se dirigió al Juzgado de Faltas y repitió el accionar visto frente a la comuna. En principio, se arrojaron piedras contra vidrios y ventanas para luego, mediante el auxilio de algún material de fácil combustión, en la mayoría de los casos neumáticos encendidos, arrojar elementos encendidos y provocar un incendio. Una vez más, los manifestantes impidieron, en principio, la llegada de la autobomba, pero tras unos minutos de tensión y atendiendo quizás al riesgo que corrían las propiedades cercanas, los bomberos pudieron llegar hasta el lugar y apagar el fuego (el Jefe de Bomberos comentó que "en principio, en la calle del Juzgado de Faltas había un peligro de propagación a una vivienda lindera, pero el fuego fue totalmente dominado").
Cabe destacar que el Juzgado de Faltas es parte de la estructura de la inspección de tránsito ya que en él se diligencian y abonan las multas que por distintas infracciones cometen los conductores.
Luego de lo ocurrido en el edificio municipal, se trasladaron hasta el lugar en el que funcionan las oficinas de la Inspección General y el Registro Civil. Era evidente que todas las acciones llevadas a cabo tenían un patrón: la agresión a todas las dependencias relacionadas con el área de inspección de tránsito. Precisamente dicha oficina sufrió el ataque más duro, resultando totalmente destruida. Por su ubicación en el frente del edificio, la oficina local de IOMA (Instituto de Obra Médico Asistencial) resultó totalmente arrasada por efectos del fuego, el humo y las piedras. Cuando los que encabezaban la protesta llegaron al edificio que se proponían atacar, un grupo de policías estaba ubicado a las puertas del lugar con intención de disuadir a los que se acercaban. Al frente de ese grupo se hallaba el comisario Raúl Franzoia quien al ser divisado por los manifestantes fue duramente agredido de hecho y de palabra. Un trozo de ladrillo voló hacia él y los más gruesos epítetos salieron de decenas de bocas, todos dirigidos hacia su persona. Ante el cariz que tomaban los hechos, el grupo policial optó por retirarse y así fue que, despejada el área, las oficinas sufrieron el mayor ataque: piedras a granel contra puertas y ventanas, destrucción de cristales y luego la acción del fuego.
Además, se provocaron destrozos en el inmueble de la radio FM “El Tiempo”, lindera con el Palacio Municipal, mientras estaba al aire emitiendo informes para el canal de cable "Todo Noticias" (“Están rompiendo absolutamente todo”, relató el periodista radial César Scollio).
Posteriormente, un grupo de personas se acercó a la vivienda de los padres del Jefe de Inspección del municipio, Pablo Scarfoni, con intención de atacarla. Policías con casco, escudos de protección y armados con escopetas, estaban ubicados como para impedir que las personas llegaran hasta las puertas del hogar de la familia Scarfoni. Ante la presunción de lo que iba a ocurrir, algunos vecinos intentaron disuadir a los que llegaban. Sin embargo, las primeras piedras partieron hacia la policía, que repelió la agresión disparando balas de goma. Esa actitud irritó a los manifestantes que arremetieron con tremenda furia contra el piquete policial que, ampliamente superado en número, optó por retirarse apresuradamente del lugar quedando el camino expedito para lo que sucedería de inmediato. Una lluvia de piedras de todo tamaño se abatió sobre los vidrios del portón de la casa y sobre la ventana y puerta de acceso principal. Ésta precisamente quedó con un hueco rectangular, el que daba cabida al vidrio, y por allí se arrojó algún elemento ardiente, presumiblemente un neumático o parte de él, ya que de inmediato comenzó a salir humo negro por puertas y ventanas de la vivienda. Como en todos los casos, luego de unos cuantos minutos durante los cuales el humo se encargó de ennegrecer todos los ambientes de la casa, una camioneta de bomberos llegó al lugar para extinguir el fuego ("En otro sector de Baradero, en la casa del padre del director de tránsito, también hubo incidentes y trabajaron dos dotaciones", explicó el comandante Álvarez, uno de los jefes de Bomberos Voluntarios de Baradero).
Según Álvarez, en total trabajaron siete dotaciones con 35 bomberos, muchos de los cuáles llegaron desde ciudades vecinas como San Pedro. El jefe de la Policía Bonaerense, Juan Carlos Paggi, confirmó que se envió a la zona de los incidentes "una muy importante cantidad de efectivos". "Tuvimos que desplazar los refuerzos necesarios para contener la situación y colaborar con las autoridades y recobrar la tranquilidad pública". Por otro lado, se registraron entre seis y ocho efectivos de la policía lesionados por la gran pedrada recibida, a la que también fueron sometidos comisarios y el jefe de la departamental, sin recibir consecuencias físicas ("Nosotros no tenemos conocimiento en cuanto a que haya algún lastimado en el personal de bomberos y en el público que estuvo en el lugar", explicó Álvarez; sin embargo, dijo creer que "pudo haber algún herido en el personal policial porque a ellos les arrojaron piedras constantemente").
Hubo un trascendido que indicaba que había un herido de bala y un concejal gravemente herido al recibir golpes en la cabeza, pero esta información no figura en el saldo de los incidentes de ningún reporte. Por su parte, las fuentes policiales dijeron a Télam que por las protestas no hubo detenidos.
Poco antes de las 13.30, los manifestantes comenzaron a regresar a sus respectivos hogares, en medio de una lluvia intensa que contribuyó a extinguir los incendios.
El comisario mayor Hugo Prado, titular de la Jefatura Departamental San Nicolás, de donde depende la policía de Baradero, indicó que en un momento de la protesta llegó a haber unas "dos mil personas".
Ante tal situación, el mismo domingo de los hechos el Concejo Deliberante de la localidad reclamó al intendente, Aldo Carossi, que separe a funcionarios por su accionar frente a los incidentes. Los ediles, además, exigieron a Carossi que separe de sus funciones a los jefes policiales de la ciudad, a quienes criticaron por su accionar frente a los incidentes.
Días después, la cúpula policial de Baradero, el Comisario Oscar Gómez y el subcomisario Carlos Franzoia; el jefe de Inspección General Vial de Baradero, Pablo Antonio Scarfoni y todo el gabinete del intendente Aldo Carossi presentaron su renuncia.
Días después, el intendente de Baradero, ante versiones del gobierno nacional y provincial que indicaban que los sucesos estuvieron “armados”, descartó que hubiera “infiltrados”, aduciendo que “en origen no puede haber nada orquestado”.
Por la muerte de los jóvenes, la agresión a la camioneta y el ataque a la Municipalidad se han abierto tres causas distintas que están en la etapa de relevo de pruebas.


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